Una fastuosa mansión cuyas tupidas cortinas mantienen su interior a salvo de curiosos; una cueva junto al jardín, la ‘gruta del amor', que encierra tres jacuzzis, velas aromatizadas, un corro de rubias exuberantes que compiten por ser la próxima portada de Playboy y muchos secretos.
El basto universo personal de Hugh Hefner, la Playboy Mansión en Los Ángeles, comprende, además, una sala de proyecciones -su propietario es un apasionado del cine clásico-, otra de juegos, una docena de dormitorios para huéspedes ilustres -desde George Clooney o Leonardo DiCaprio a Paris Hilton y Britney Spears-, una interesante colección de pintura, una cocina atendida por un equipo de chefs, lámparas cuyos brazos se adornan con tangas y sujetadores durante las veladas más ardientes, piscina, lago, catarata, un zoo y hasta tres edificios contiguos para alojar a su ex esposa, Kimberley Conrad, y a sus dos hijos, a los parientes de Hawai y a grupos selectos de playmates.
Hef —como se le conoce en los círculos íntimos—, criado en el seno de una familia estricta y puritana, comenzó a construir hace casi 55 años un imperio que logró transformar el erotismo en respetabilidad; la provocación, en emblema de libertad sexual; la sordidez, en glamour, y la curiosidad de sus lectores -quienes se declaraban adeptos a los artículos de fondo de su revista y no a sus anatomías femeninas- en dividendos.
El erotismo, en crisis
Hoy esta maquinaria acusa los estragos de una desaceleración que en 2008 se tragó casi el 80% del valor de sus acciones y dejó en la calle al 15% de sus empleados. No es el primer bache que atraviesa la Playboy Entreprises Inc., que incluye además de su mítica publicación, canales de televisión, programas de radio, venta online de fotos eróticas, lencería y perfumes.
Mientras, Hefner, un emprendedor inagotable, trata de recuperarse de sus pérdidas relajando las fiestas caseras con las que acostumbraba a agasajar a sus invitados e intentando afinzar la posición de su proyecto empresarial en Internet, un medio sobre el que abriga grandes esperanzas.
Precisamente el mismo soporte cuya diversidad de contenidos gratuitos puede ser el responsable del estado en el que hoy se encuentra su grupo: malherido.
Sólo rubias
El historial amatorio del magnate editorial, quien a sus 82 años sigue presumiendo de mantener una vida sexual inusitadamente activa, abarca dos matrimonios y docenas de supuestos affaires con conejitas deseosas de labrarse una porvenir en el cine.
Hoy Hefner compagina los mimos de las gemelas Shannon con los de Crystal Harris, su última adquisición. Como el del resto de sus chicas, su pelo es dorado.
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